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EL CAMINO: Lo invito a pensar diferente.

EL CAMINO: Lo invito a pensar diferente.

Esto que les voy a contar es más que una historia o una anécdota: es un reflejo del mundo de los negocios, sus peligros y oportunidades.

Debo confesar que me inspiré para escribir este artículo no por vocación, sino por la necesidad de impactar a la mayor cantidad de personas posible.

Es sorprendente ver como muchas personas respaldadas por un supuesto éxito se dedican a “vender humo” (entiéndase la expresión como la acción de presumir o simular grandes cualidades para sacar beneficio de alguien más. En un ejemplo más práctico, es el vendedor de camisas de “super alta calidad” que en dos semanas ya se están deshilachando y encogiendo). La gran mayoría de personas siempre ha escuchado que se debe invertir, pero, lamentablemente, no quiere pensar en quién o cómo manejar ese capital que nunca antes ha tenido.

Créame cuando le digo que ese día llegará y probablemente usted no va a estar preparado para tomar la mejor decisión: dónde o en quién confiar su capital. Es por eso que hoy debe pensar qué está haciendo para prepararse cuando reúna un capital y deba elegir qué hacer con él.

Nada es mágico

El capital que usted posee hoy no es fruto de la casualidad: ¡tomó tiempo y esfuerzo! Entonces, si así sucedió en su giro de negocio, ¿por qué tiene que ser diferente a la hora de invertir su capital? ¿Por qué siempre buscamos la manera más rápida de multiplicar nuestro dinero?

De alguna manera, a veces uno se engaña al pensar que aquella oferta de inversión es solo para los audaces como yo, que solo yo pude ver y lograr la hazaña de invertir sin errar en el proceso. Recuerdo un dicho de autoría propia: “Cuando todo sale bien, nadie es mejor que yo; pero cuando todo sale mal, todos son mejores que yo”.

Entiendo que usted pueda estar en desacuerdo con esta idea, sin embargo, esa es la sensación que yo he tenido cuando toco las nubes porque soy el mejor y, a vuelta de hoja, ese “crack” siente que no da pie en bola, o sea, siente que todos saben o hacen algo que él no. Es ahí, en esos momentos, cuando uno debe ser fuerte de mente y confiar en su expertise, volver a dar los pasos que lo llevaron al éxito y replicar ese camino que lo llevó a descubrir la gallinita de los huevos de oro.

Entonces, ¿qué hacer con el capital una vez que hemos logrado el éxito financiero?

Los más viejos, elocuentes y sabios piensan más estas decisiones. Posiblemente, ya les ha pasado alguno que otro chasco. Ya lo dice el dicho: “El que se quemó con leche, al verla llora”. Es solo entendible que la persona más curtida por la experiencia intenta no volver a fallar porque le duele perder el capital que tanto esfuerzo le ha costado.

Por otra parte, los inexpertos se fían motivados por influencers y/o pseudo-asesores financieros que presentan altos rendimientos de inversiones que muchas veces son intangibles y hasta incomprensibles.

Yo no caigo en ese viejo truco

Si usted piensa así, es justamente a usted a quien le escribo. Quiero preguntarle: ¿sabe usted qué hacen en el banco cuando usted realiza un depósito?, ¿sabe el nombre de la persona que está decidiendo sobre su dinero?, ¿sabe las políticas de la institución?, ¿puede decir usted en dónde está invertido todo su dinero?

Probablemente, su respuesta es “no, no sé”. Pero, ¿por qué lo hacemos?

Porque tenemos que creer en algo

Lo más cierto en esta vida es que nada es fiable al 100%. Cuando una persona nos habla de “SUGEF, bolsa, fideicomiso de participación, acciones, mercados bursátiles” (o cualquier altisonante palabra del mundo de las finanzas) nos genera un efecto placebo de confianza y bienestar suficiente como para confiarle nuestro dinero.

Pero, bueno, ¿a dónde vamos con todo esto?

No vengo a decir que soy una especie de mesías de las inversiones que vino a salvar el día y resolverle todas sus inquietudes. El propósito del artículo es invitarlo a pensar un poco más, a cuestionar las decisiones que toma con su capital… A veces dejarlo en el banco devaluándose es mejor que invertirlo en algo que usted no entiende y puede que hasta pena le dé preguntar por temor a que una mayoría “experta” lo vea como el rarito o rarita que no está comprometido con el “negocio”.

Considere que los rendimientos excesivos en plazos cortos con instrumentos dudosos o intangibles son el caldo de cultivo para las estafas. Los negocios, buenos y malos, existen desde los inicios de la humanidad.

No piense en inventar el agua tibia, ciertamente hay dinero que se puede invertir en capital más riesgoso, eso le dará mayores rendimientos pero como lo dicta la jerga financiera: “a mayor riesgo, mayor retorno”.

¿Está usted dispuesto a arriesgar su patrimonio?

Si su respuesta es no, tiene capital y quiere explorar opciones reales y concretas, contácteme. Yo no regalo el conocimiento, solo lo comparto con quien esté dispuesto a caminar junto a mí.

Gracias por sacar el rato y leerme.

¡Un abrazo!

Pablo Castro